Julie, Sabra, and their son Oscar“Habíamos estado tratando de tener un bebé durante un año y medio y estábamos muy emocionados de convertirnos en padres y darle la bienvenida a nuestro precioso bebé a nuestras vidas”, dicen Julie y Sabra, dos educadoras que residen en Providence. "Leímos todo lo que pudimos conseguir antes y después de que llegara el bebé, e investigamos casi todas las decisiones que tomamos sobre cómo criar a nuestro hijo".

Pero a pesar de toda su preparación, los nuevos padres se enfrentaron a la difícil realidad de que, aunque habían estado casados durante años y ambos nombres estaban en el certificado de nacimiento de Oscar, el estatus de Julie como madre no estaba completamente seguro. “Para asegurarnos de que sería reconocida legalmente como madre de Oscar, los abogados nos recomendaron que buscáramos una adopción por parte de un segundo padre”, explica Julie.

Julie comparte los detalles de todo el proceso: “El primer paso fue esperar 6 meses antes de solicitar la adopción. Luego tuvimos que contratar un abogado y nuestro caso fue asignado [al Departamento de Niñez, Juventud y Familia]. Tuve que completar un examen médico, tomarme huellas dactilares para una verificación de antecedentes penales, una declaración financiera extensa, tres cartas de recomendación y completar una encuesta abierta de 98 preguntas. Finalmente, un trabajador social del DCYF vino a nuestra casa para realizar una visita domiciliaria para determinar mi aptitud como padre”.Julie and Sabra with their son Oscar

Julie no estaba sola en la confusión emocional: Sabra y Oscar la vivieron a su lado. “Tener una trabajadora social en nuestra casa fue estresante”, dice Sabra sobre la visita. “Aunque creíamos que éramos buenos padres… todavía éramos una pareja del mismo sexo y nos preguntábamos si existía la posibilidad de que el trabajador social considerara que dos mujeres no eran lo suficientemente buenas para ser padres. Nos sentimos increíblemente vulnerables durante esa visita”.

A pesar de los turbulentos comienzos al formar su familia, hay mucho que celebrar. Óscar acaba de cumplir dos años. Es “tonto, juguetón, habla mucho con la vocecita y la manera más linda de pronunciar las palabras”, dice Sabra de su hijo. “Le emociona mucho el día de la basura, porque le gusta ver el camión recogiendo la basura. También le encanta correr y regularmente corre consigo mismo en la sala de estar”.

Julie, Sabra, and their son OscarDespués de todo lo que han pasado, Sabra y Julie han encontrado una rutina en sus vidas plenas y ocupadas. “Julie y yo somos profesores, lo que nos da la flexibilidad de trabajar desde casa un par de días a la semana”. Uno de los padres que trabaja en casa prepara a Oscar para el día, le prepara el almuerzo y la merienda, y lo deja y recoge en la guardería, mientras que el otro padre sale temprano y regresa más tarde. “Luego nos reunimos todos en casa por la noche para darle de cenar a Oscar y hacer su rutina nocturna (baño, lactancia, lavado de dientes, cuentos). Los fines de semana son los mejores porque podemos estar los tres juntos y tener tiempo para jugar y no sentirnos apurados”.

Julie y Sabra pudieron superar el proceso para convertirse en una familia legalmente reconocida, pero a costa de tomar dolorosamente conciencia de cuánto es necesario cambiar la ley. “Cada vez más padres del mismo sexo tienen hijos y necesitan una vía para proteger plenamente a sus familias”, explica Sabra. "Este proceso debe simplificarse en RI para que no sea una carga indebida para familias como la nuestra".